

Pero, por Dios, ¿al final qué era el extraño ruido de Oregón?
Salió en todos los telediarios, provocó todo tipo de conjeturas. Científicos, curiosos, y las típicas furgos de TV con antena llenas de letras mayúsculas, recorrían el tranquilo pueblo de Forest Grove de Oregón buscando indicios. Un pitido del demonio, ilocalizable, inexplicable e inquietante sonaba aleatoriamente envolviendo a los Forestgrovenses en una gigantesca interrogación. Un gato de cien kilos en celo, el pito de un Nicanor amplificado, el llanto de un bebe marciano a